Los espejos. Agustín Dimas López Guevara
Los espejos
Agustin Dimas López Guevara
“Cuando yo era niño mi alma era como un espejo, pero alguien me lanzó una piedra y desde entonces ando recogiendo las astillas dispersas de mi espejo” (Anónimo Nicaragüense)
Evolución
Todo era oscuro.
El mundo aún no se había estrenado
en el inclemente murmullo de los ruidos,
pero ya eras tú un espejo.,
en el ojo de agua allá en la roca.
El asombro.
Espantados de los reflejos de sus cuerpos, los dinosaurios y otros saurios
no desaparecieron como dicen los paleontólogos: por la explosión, o el bostezo de la tierra, acomodándose en la danza universal del movimiento. No, ellos y otros fieros e ingenuos animales, después de haber sobrevivido la abundancia torrencial de aquel diluvio, perecieron de sed., más bien diría: asustados de reflejos, se negaron a beberse en el líquido espejo de las aguas y la muerte nos los trajo conservados en las piedras calcinadas de la geografía, en las frías piedras de los glaciales, en las turbas pantanosas de la taigá siberiana. Eso dicen ahora los que saben de muertes y desastres de otros tiempos. Otros huyéndole a las aguas emprendieron la fuga hacia lugares más cálidos y terrenales, inventando tal vez sin proponerse la interminable metamorfosis, de esta larga evolución de las especies- cuando Darwin aún no se había preocupado por el tema- acostumbrándose a vivir con los reflejos de las formas, cercanos ya desde la redondez cóncava de los ojos.
Los mares acogieron a los tímidos e inhibidos cetáceos, crustáceos, y la interminable fauna y flora que la pueblan en el silencioso mundo submarino, donde se reproducen, reducen y crecen desde entonces. Espejo ondulante de los mares en el azogue salado de las aguas.
(1)
Cristal de límpidas marismas, vidrio congelado de los árticos, estanque gelatinoso de medusas, algas y hortalizas marinas. Insondables abismos de sus fosas donde viven los peces ciegos en las interminables noches de sus aguas. Barreras luminosas de corales, caprichos de colores donde habitan las madreperlas ocultas del destello., colonias de hipocampos indomables, con el poder de reproducirse macho a macho, afán por mantener la especie, en una mariconería marina -- envidia de los Gays transexualizados con implantes sensuales , siliconas libidinosas de la esperma y el escándalo
público de Dios por boca de la Iglesia ,maldiciendo, la recua de arría de esos hijos insatisfechos, renegados de su condición casi divina, sobrevivientes creados a imagen y semejanza, para continuar la interminable cadena de la vida., y hace declaraciones la voz de Dios desde cómodos aposentos allá en el Vaticano, pidiéndole a la Culta Europa y al Genio embotellado de Norteamérica, que adopten por decretos sus gobiernos el rechazo de siempre a la sodomía-– y allá en los fondos del tiempo y del agua siga la vida revolcándose hasta siempre.
Olas.
Allá,
burbujeando en el manantial de agua dulce,
fue el sobresalto del ojo,
en olas, dividido.
Luego la serena mansedumbre: la confianza
y estas ansias de beber hasta saciarme.
Así en búsqueda constante
el hombre fue creciendo de la tierra,
hasta llegar a la frágil altura de estos tiempos,
casi con los mismos sobresaltos,
digo sobre nombres de otros sustos,
temores y tumores de la muerte.
(2)
II
Estalactita de piedra goteando,
reloj de agua:
líquida transparencia,
en la fría humedad de la caverna,
donde sacio la sed
y hago dibujos en el pétreo mural
de la pared.
Enigmas que adivinan
hoy especialistas de trazos en las piedras,
que dicen saber cómo viví,
refugiado en las grutas con temores.
Inventores de historias mal contadas,
de toros galopando en Altamira,
en galerías de artes subterráneas
aun por descubrir,
bajo la escoria terrenal que las oculta.
III
Salto a la luz de los asombros,
donde la filosofía encuentra su raíz,
para interpretar los enigmas, los misterios.
Y llega la misma duda a preguntarme:
¿Quién le da nombre a esta agonía ancestral
que nos lastima?
(3)
IV
Me desprendo del azogue,
de mi copia,
salgo a caminar con mis asombros
y a cada pestañazo de los ojos
me encuentro preso en tú mirada .
Sexo con espejo allá en el techo.
Era diciembre, no recuerdo.
Si supieras, de tu cuerpo sí me acuerdo.
Ha pasado el tiempo perezoso,
cargándome de olvidos y recuerdos:
pedazos de astillas del espejo,
aquel que te atrapó pegada al techo,
sobre la cama distendida donde sueño.
Museo.
Majestuoso palacio con espejos,
donde se pavoneo la crema y nata
de burgueses ignorantes, dando lata
atrapados en el brillo; en los reflejos.
Chamarretas, medallas y pellejos
maquillados con bombos y platillos.
Así llegan serviles y amarillos:
imágenes de apostatas vencidos
a ocupar un espacio, detenidos
en las fotos que afean los pasillos.
(4)
Desierto.
Reverberante arena del desierto
camino por colinas, por tus valles
y mis huellas se oculta en la impronta.,
rapidez de arena fina.
Es un festín este andar en el desierto.,
nada desierto: estoy de tournée
con los amigos.
Allá lejos, las dunas, el sol, yema de luz,
ocurriéndose en el sartén del horizonte,
un poco más acá, la jaima ,oasis
reposo del turista
donde se puede reposar la vista
en la danza frenética del vientre.
En la inmensidad del patio, delante de la jaima:
los camellos, dromedarios a la espera,
del cabresto y el beduino que te invita
por un módico precio, en divisa,
a sacarte de la arena, sobre la giba alfombrada
que te eleva, debajo el camello hundiéndose en la arena
y arriba el cielo todo estrellas,
así bajo esa bella
noche, en Dubai
me acuerdo de ella.
(5)
Ramadan en Abu Dabi
Dubai Hotel Marine,
remanso de capricho y del reposo,
donde escapo del bochorno que me asfixia,
del calor, de ese vaho que trae la brisa,
del desierto, del mercado y de la prisa.
Los cantos por Alá en las mezquitas
es un coro indescifrable de sus cuitas,
curiosos se revuelcan los turistas,
con cámaras videos, con divisas
de gastarse los antojos, sin camisas
en las calles, los mercados, autopistas
y tostarse la piel de masoquistas.
Bar.
En la tranquila inquietud que tiene el bar,
amanso y apaciguo con cerveza,
el ocio, la modorra, la tristeza,
la añoranza por la loma y por el mar.
Medito en la espuma que se escapa
capricho de burbujas que se van,
como el ansia del hambre por el pan
y el filosofo dormido se destapa.
(6)
Hijos Nuestros
Hijos nuestros que habitan la tierra,
les hablo claro, antes que las guerras
los maten con balas,
bacterias, metrallas,
o mueran de hambre,
mientras el Clero calla
y soporta con rezos
los viles excesos
del cruel que nos mata
en nombre de dios.
Siempre ha sido así:
Antes fue la espada,
la hoguera malvada
matando, quemando
en nombre de Dios.
De esa culta Europa,
llegaron incultos,
brutos asesinos,
curas, capuchinos,
franciscanos, masones,
legionarios y orates peregrinos,
leyendo la Biblia
con el vaho del vino.
Mientras los soldados del Rey,
mataban, violaban
en nombre de la ley.
(7)
Tanto fue el horror
que a espada, mosquete,
candela y la ayuda
de otros agentes
no tan buenas gentes:
de sífilis, viruela,
y otras secuelas.,
borraron la vida
de estas tierras vírgenes.
Y todo fue hecho en nombre de dios.
Y de aquella hazaña
tan solo fue el odio
el que sobrevivió.
De modo que el cura,
el obispo, arzobispo,
cardenales, todos,
soldados de dios,
por boca del Papa
sentado allá en Roma,
bajo la corona
del poder Divino
bebiéndose el vino,
que el pobre elabora,
siguen predicando refinadamente
la paz en el alma de su dios ausente
y estas son las horas
que nada ha cambiado.
Porque la ignorancia del conocimiento
dejó que clavaran al alma
la filosofía,
del dios que algún día
nos dará alimento,
en la gloria oculta
del ojo y del tiempo.
(8)
Mientras el poder aplasta,
el Papa se gasta
en trajes y viajes
llevando mensajes,
encíclicas hechas
con frases armadas
en formas verbales
muy cristianizadas
criticando males que el Clero aprobó.
Que ironía hacia Dios,
si acaso existiera,
de pena muriera.
Que filosofía,
que cruel ironía
sembrada en el alma
de gente angustiada,
que no sabe nada,
que tiene cerrada la posibilidad
de hallar por sus manos la felicidad,
y encuentra en el ruedo de fieles astutos
espantar el susto
del mal que le aqueja .
Simple es la respuesta:
La conformidad,
la liturgia el rezo
una y otra vez,
diciéndola a coro,
para ser oídas en el más allá.
(9)
Ese vil flagelo
que sale del verbo
amarillo del cura en la misa,
mientras sigue la prisa
del pobre muriendo
y el Clero viviendo
en castillos,
con lujos y brillos
del oro, la plata ,
las piedras preciosas
y otras muchas cosas
que decir no quiero,
todos rozagantes
de salud y calma
lejos del mundillo
donde se agoniza,
en el estiércol,
el fango, el polvo,
ceniza en el alma
del pobre atareado,
porque ni ha proletariado
llegan los más pobres.
Sufrir en la tierra,
eso es lo que ofrecen,
por venderte a un dios,
mercancía invisible
de un mal milenario
que hace millonario
a el Clero intermediario
por venderte un dios
que nos espera en:
(10)
¿ el reino del cielo?
¿en el paraíso?
¿ o dónde lo ubican?
Si el cielo está lleno
de gases, veneno,
cohetes de estreno
y otros artefactos,
que han roto la capa de ozono?
De modo hijos míos
que habitan la tierra
si acaso las guerras,
las muertes los dejan vivir
busquen incesante la luz del saber
para comprender
lo oculto, el misterio encerrado
sin dejarse ver,
y espanten del alma ,
el mal de los miedos sembrados,
la conformidad,
que solo en ti mismo está la verdad.
Los patrones
Los moldes,
los modelos,
las marcas y patrones
comparativos para evaluar
cualidades, capacidades y atrocidades
en esta cadena de comienzos y tropiezos
que es la vida, cada día adquieren connotaciones catastróficas
por el ritmo con que avanza el egoísmo,
con el devastador poder del espejismo,
nos aleja implacable de lo terrenal, lo cercano,
de lo humano.
(11)
Tus ojos
Ese temblor mercurial de tu reflejo
que palpita en el iris de tus ojos,
es un capricho de luz a mis antojos
atrapado por la magia del espejo.
Invierno en Moscú con perestroika.
Era invierno allá en Moscú,
capital del comunismo, espejo mágico
donde nos miramos, con el asombro insular
del tercer mundo.
En la fila interminable frente al Kremlin,
en silencio meditaba en Vladimir,
en la hazaña imborrable de su obra,
sin saber que Gorbachov, se empeñaba en destruir.
Era una trampa de reflejos distantes, donde impaciente
quería irse Mijail, con su Glasnost y tanto fue el brillo que le dio
que la URSS como un espejo se quebró.
(12)
La marcha
Palpito en la marea nocturna de la marcha
Gran Vía iluminada con destellos,
lejos del mar tormentoso del levante,
que llega a romperse hecho espumas
en las rocas, dejando los destrozos de cuerpos ahogados
de emigrantes testigos sin palabras
del anhelo inalcanzable,
que saldrán mañana en fotos en la prensa,
a incrementar las cifras de los muertos,
sin nombres los hombres
los niños, las mujeres, africanos,
berebere de tribus que se mueren.
Noche de fiesta,
Madrid vibrando,
bares abiertos, cervezas, vinos rones
y tapitas.
Melancólicas rubias maquilladas, en tacones
elevándose en las pistas. El ir y venir de los turistas,
con el ansia de beberse en esta prisa
el ambiente latino que se enciende
con el ritmo de la rumba
y la guitarra, y baila una trigueña apasionada,
que el cuerpo se le escapa de la bata.
Sentadas en las barras, puticas de salir
mirando al techo, a la espera en el acecho.
Mientras el güisqui se hace agua con el hielo
y afuera las putas de las calles
te invitan por diez euros
para un polvo,
y el ciego de la once insiste en darte un premio
millonario, si acaso te decides a comprar el talonario.
Taxistas desvelados de la noche,
a la espera del regreso, otra carrera.,
el metro que se cierra, todo es marcha.
(13)
El tunante que ofrece mercancías de oculta procedencia
la podredumbre humana que se esconde tras el humo del porro
y la jeringa. Travestís confundiendo las pasiones
con trapos colorete y siliconas, rostros de rasgos de lejanas geografías,
que pasan como ausentes en la Gran Vía, con los ojos brillando
de ¿alegría? o de ¿agonía,?
pensando o soñando la alegría.
Un poco más abajo el Oso del Magroño,
dará una nueva cita, un punto de reencuentro,
un alto en esta prisa.
Agustin Dimas López Guevara. Habana, diciembre del 2005
(14)
Clonación
La ciencia discreta en sus trajines
al final responde con certeza,
pero una duda asalta a mi tristeza
que escapa de mi pecho a los confines,
clamando a grito: ¡No termines
de clonarme este amor, que es solo mío!
¿Cómo ha de nombrarse el desvarío?
¿El dulce susurro del te quiero?
No dupliques el amor porque muero,
pues solo en nuestro amor confío.
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